Fue un cacique amado y respetado por su gente. De buen porte y con un talento para manejar a su tribu. En su cabeza portaba un penacho de plumas multicolores que le ayudaban a resaltar su altivez y su elegancia.
En la noche anterior de la batalla de La Zapoara diseñó su estrategia con Paramaiboa, pero al iniciarse él dirigió a sus hombres, y con su macana derribó a todo aquel que se le acercaba.
Todos lucharon con fiereza y pocos españoles lograron sobrevivir. El capitán Monsalve al presenciar semejante derrota, no aguanta y se suicida.
Una vez consumadas las exequias de Paramaiboa, Pariaguán consolida su triunfo y reunifica el poderío de su cacique Yavire. Enfrenta de nuevo al enemigo y éstos también respondieron al ataque.
Ocampo unió sus tropas las cuales cayeron sobre Pariaguán en el sitio conocido como Los Cardones. Ocampo atacó por un flanco y su lugarteniente Castellanos por el otro. Todo su ejército cayó en esta emboscada y él se internó en la selva guayanesa, se desconoció su paradero. Tal vez vivió muchos años al lado de los suyos, pero nunca se supo de atacar nuevamente al adversario.
Fuente:
Maria Electa Torres Perdomo. Aborígenes: Olvidados de la Historia de Venezuela, 2007.
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