La escritora venezolana Ana Teresa Parra Sanojo, nació en París (Francia) el 5 de octubre de 1889, hija de padres venezolanos residenciados en París, mejor conocida por su seudónimo Teresa de la Parra, que adopta como firma de sus obras literarias.
Con tan solo dos años su familia regresa a Venezuela, su infancia transcurrirá en la Hacienda “El Tazón” cercana a la ciudad de Caracas. Su padre fallece repentinamente cuando tenía once años, lo que motivó a su madre decidir establecer nuevamente a la familia en Europa.
Teresa cursa sus estudios en el Colegio religioso Sagrado Corazón de Godella (Valencia, España), en donde se aflora su inquietud por la poesía y se dedicara a la lectura de famosos escritores que influirán en su formación literaria.
Con tan solo 20 años, compone unos versos para el día de Beatificación de la Madre Magdalena Sofía Barat, recibiendo sus primeros elogios y otorgándole el primer premio escolar.
Regresa a Venezuela diez años después, e inicia su vocación de escritora en diversos artículos publicados en diferentes diarios capitalinos. La visita del Infante Don Fernando de Baviera y Borbón a Venezuela, le permite a Teresa una gran oportunidad, al ser elegida para contestar un mensaje enviado por la Infanta Doña Paz de Borbón, dirigido a Chile y a toda la América Hispánica, recibiendo grandes elogios por la profundidad de su pensamiento y por su encanto prosístico.
El éxito obtenido por sus artículos y cuentos publicados en los periódicos caraqueños, la lleva a escribir el “Diario de una Señorita”, que posteriormente publicaría en 1924, con el nombre de “Ifigenia”. La cual será su novela más conocida, donde planteó por primera vez en el país el drama de la mujer frente a una sociedad que no le permitía tener voz propia.
Nuevamente viaja a Europa y se establece en Vevey, junto al Lago Lemán, aquí comenzaría a escribir “Memorias de Mamá Blanca”, publicándola París en 1929. Esta novela fue escrita con gran sutileza, llena de nostalgia por su tierra natal, y de su infancia.
Teresa de la Parra fue la primera gran escritora dentro del proceso de las letras venezolanas, logró ser la mujer que encontró en sus bellas novelas un espacio para la mujer dentro de la narrativa, ámbito que ésta antes no había tenido.
Se le diagnostica una bronquitis asmática en 1934, acabando con su vida el 23 de abril de 1936. Para el momento de su muerte la acompañan su madre, Isabel Sanojo de Parra; su hermana María y su amiga Lydia Cabrera, escritora cubana que le dedicara a Teresa su libro Cuentos negros.
Sus restos fueron sepultados en el cementerio de Almudena, son repatriados en 1947 al panteón familiar Parra Sanojo y finalmente al cumplirse el centenario de su nacimiento son llevados el 7 de noviembre de 1989 al Panteón Nacional de Venezuela.
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